Los regalos no se devuelven

Ahora les voy a contar historias que a ustedes les resultara familiar y a los de mi equipo tal vez tenga que resaltarles un “guiño guiño”.
Cuando yo me hice del equipo al cual no cambio por nada me regalaron la camiseta, yo creí que tenía que pagarla así que ahorraba mucho, no gastaba en nada innecesario, a veces cada tanto se me chispoteaba el presupuesto porque bueno somos humanos no? y bueno la cosa es que hacia cuentas y cuentas y me di cuenta que jamás iba a llegar a comprar la camiseta del equipo que me gustaba. Así que directamente fui al club y le dije al presidente que no tenía como comprar la camiseta, lleve todos mis ahorros y se rio, pero no era una risa burlona sino porque era obvio que con esas moneditas no podía siquiera comprar la etiqueta.
Así que me dijo “toma, yo ya la compre, te la regalo, la queres?”, obviamente que dije que sí. Salí contento con mi camiseta nueva y tire la mía que había hecho con tempera. Ahora tenía esta camiseta que tenia olor a nuevito, con los colores bien brillantes original original, con el sello de originalidad y mi nombre en la espalda con el número con el cual jugaría.
Cuando pasaba por los pasillos vi a otro tantos tan contentos como yo luciendo la camiseta, y me contaron que a ellos también se la habían regalado, estaban tan contentos que cantaban las canciones de cancha alentando al club y que de la mano del presidente toda la vuelta íbamos a dar.
Algunos les habían tocado jugar de 2, eran grandotes, con pierna firme temperamentales y de mirada fija. Siempre recibían parados a los rivales y lograban frenar cualquier ataque contrario, había uno que dijo “pasa la pelota, no pasa el jugador”
A otros les toco el 1, siendo la ultima resistencia ante los ataques de los adversarios, tenían buenos reflejos, elasticidad y eran previsores, se anticipaban, como si supieran donde erigiría el contrario el lugar donde iría la pelota.
No hablo de los delanteros que sabían que estaban para hacer goles y a mí me toco la 8, correr cada tanto hacer algún que otro pase gol y ser de primera contención. Pero bueno supongo que es lo que mejor haría.
Triste día fue cuando mientras lucia mi camiseta orgulloso por las calles, vi a otros del mismo equipo con la misma camiseta y que no se podían ni ver, parecía que solo los unía el sentimiento por estos colores pero ni se miraban. Hasta ahí no pasa nada, no todos tienen que llevarse con todos supongo. Pero la decepción fue que jamás se cruzaron palabra en la cancha, pero cuando salieron a los barrios de otros equipos se hicieron uña y carne. Yo los vi ponerse las otras camisetas del otro equipo encima de la nuestra y conociendo la amistad tan bella y linda y siendo la familia ingalls del siglo xxi, deci que yo no era barrabrava pero todos sabemos que se siente cuando alguien se vende.
Cuando estaban con nosotros nada, cuando se encontraron afuera, se dieron cuenta se hicieron los mejores amigos. Podrían haberse llevado el mundo por delante, jugando en equipo, en el equipo de sus amores. Usando esa camiseta que le regalaron con el número al cual mejor jugaban. Podrían haber dado palizas si se hablaban y se unían, pero prefirieron colarse en la otra hinchada, y yo vi que ningún pecho frio del otro equipo se dio cuenta que estos ejemplares nuestros tenían tatuado los colores de nuestra camiseta. Se adaptaron tan bien, cantaron las canciones de la otra hinchada para pasar desapercibidos.
Ahora mi pregunta es, que van a hacer cuando esos muertos de hambre se enteren que tiene los colores del campeón? Cuando vean la camiseta que tienen debajo? Que le van a decir que no podían comprar la camiseta y entonces por eso se la regalaron y… se vendieron?
Es ley. La traición al equipo no se ve bien ni en este equipo ni en los pechos fríos del otro, ni en los perdedores del otro barrio ni en los que nunca llenaron una cancha del equipo de la otra ciudad.

Yo muy enojado fui corriendo al presidente del club a sugerirle que los expulse y que se les rompa el carnet de socio y que se le saque la camiseta. Me miro fijo unos segundos, lo suficiente como para darme cuenta que dije una estupidez. Y con tranquilidad me contesto “todos los socios son vitalicios, los regalos no se devuelven ni se reclaman. Y todos tienen la puerta abierta para volver a jugar en primera, incluso vos”



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